Torres, primera sorpresa de 2012.


Si hace unos días hablaba del Trajan como mi primera decepción del año hoy toca la primera grata sorpresa de este 2012: Torres, de  Wolfgang Kramer  y Michael Kiesling.

El juego lo podríamos englobar en la misma categoría que Tigris & Euphrates, abstracto "eurogamerizado", con el que comparte la mecánica de la formación de reinos en el caso de Tigris y la de castillos en la de Torres. Que se forman juntando fichas ortogonalmente pero mientras que en el Tigris se pueden unir reinos mediante conflictos externos en el juego que nos ocupa no se pueden acoplar los castillos.


Sin entrar en detalles ya que esta entrada no pretende ser una concienzuda reseña. El juego consiste en ir construyendo y subiendo por los diferentes castillos que se formarán en una cuadrícula de 8x8. Para ello dispondremos en nuestro turno de 5 puntos de acción que gastaremos según convenga.

Las acciones disponibles son:
  1. Colocación de una nueva sección del castillo, ya sea para agrandar la planta como para hacerlo crecer en altura.
  2. Mover un peón.
  3. Colocar un nuevo peón en el tablero.
  4. Jugar una carta de las 10  que tenemos a nuestra disposición , todas diferentes, y que nos ayudan a saltarnos ciertas normas.
  5. Ganar 1 punto de victoria.
Todas estas acciones cuestan diferentes puntos de acción, de 0 a 2, y todas tienen sus restricciones como que para mover un peón sólo podremos como máximo subir un nivel y no podemos pasar por una casilla ocupada.

La gracia del juego reside en que para avanzar más es necesario cooperar en la construcción de los castillos entre varios jugadores, beneficiándose del trabajo del otro mutuamente. Incluso fastidiarse, así que hay que pensar muy bien lo que se hace.

Al final de varios turnos se puntúan todos los castillos según la altura en la que nos encontremos multiplicado por el tamaño del mismo. Y se puntúa el castillo del Rey. Después de haber hecho esto 3 veces se termina la partida.

OPINIÓN
Torres es un grandioso y bello juego de los que demuestran porque es tan grande su diseñador. Un juego de esos que hay que rejugarlos para sacarle todo su jugo y que no te cansas de ellos. Todo un clásico ganador de Spiel des Jahres. Sí, antes ganaban este premio buenos juegos. Y que me ha dejado con ganas de probar Pueblo (este va a ser difícil de conseguir).


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